por Micaela Saccone para Juventud APPS
La “Noche de los Lápices” nos trae a la memoria aquel grupo de jóvenes estudiantes secundarios que fueron secuestradxs por las Fuerzas Armadas durante la última dictadura militar (1976-1983) en La Plata. Entre ellos estaban Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler.
Este hecho sintetiza muchos de los elementos mas profundos del terrorismo de Estado y es, ademas, un acontecimiento que atacó directamente a lxs jovenes.
Durante su secuestro, lxs jóvenes fueron sometidxs a torturas y vejámenes en distintos centros clandestinos; el Pozo de Arana, el Pozo de Banfield, la Brigada de Investigaciones de Quilmes y la Brigada de Avellaneda. Seis de ellxs continúan desaparecidxs (Francisco, María Claudia, Claudio, Horacio Daniel y María Clara) y sólo cuatro sobrevivieron, Pablo Díaz, Gustavo Calotti, Emilce Moler y Patricia Miranda.
La Noche de los Lapices es un ejemplo paradigmático de la evolución en la conciencia social de la atrocidad que había ocurrido. El episodio fue conocido por su resonancia pública durante el Juicio a las Juntas Militares en el año 1985, cuando Pablo Díaz, uno de los jóvenes sobrevivientes, narró su historia ante la justicia.
Por todo lo relatado, en 1998 y mediante la ley 10.671 se instituyó este día como el “Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios”. El objetivo de esta conmemoración es mantener latente la participación activa de lxs jóvenes en el análisis de los derechos humanos.
Es fundamental, especialmente en un día como hoy, reivindicar y conmemorar a todxs los desaparecidxs durante la última dictadura, recordando especialmente a lxs jóvenes, cuyo único delito fue participar activamente en política y reclamar derechos ganados en democracia (como el boleto estudiantil).
Lxs jóvenes somos el pilar fundamental en la construcción del presente y la proyección del futuro. Nuestra participación activa permite que la sociedad entera pueda tener contacto con nuestros reclamos, nos permite expresarnos, hacernos escuchar y generar diálogo con los representantes para que nuestros derechos no sean olvidados.
Gracias a aquellxs que lucharon aún en el contexto que les tocó vivir es que hoy podemos gozar de nuestros derechos. Como juventud debemos continuar reclamando lo que nos corresponde, nuestra voz y nuestros derechos deben ser respetados ayer, hoy y siempre.
Los lápices siguen escribiendo. Nunca Más.