Ayer, el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, realizó una serie de anuncios acerca de la deuda pública argentina. Entre ellos, un “reperfilamiento” de los títulos de corto plazo. Es decir, la deuda que vencía dentro de poco comunicó que la pagará en cuotas, postergando -valga la redundancia- su pago.
Al no cumplir en los tiempos establecidos, podemos hablar de un default selectivo: el Gobierno está faltando a su promesa de pago en tiempo y forma.
Para ponerle nombre a la deuda de corto plazo podemos hablar de Letes, Lecap, Lecer, Lelink.
La idea no es marearte con las siglas, sino avisarte que, si tenías algunos de estos instrumentos, no te van a “reperfilar”. Son los “tenedores institucionales” los que sufrirán esta postergación de pagos: por ejemplo, empresas, pero también pequeños ahorristas en fondos comunes.
¿Por qué se tomó esta medida?
La deuda se paga con más deuda o con reservas. Al Gobierno le cuesta cada vez más renovar la deuda de corto plazo, porque el mercado pone en duda la capacidad del Estado argentino de repagarla.
Respecto de las reservas, vienen cayendo a una tasa preocupante y, para no terminar de quemarlas, es que decide posponer los pagos.
Por otro lado, el Banco Central luego comunicó que utilizará reservas para dar estabilidad. Es decir, incumpliremos pagos y es posible que, además, quememos reservas en el proceso.
En resumen. El Gobierno intenta dar certidumbre posponiendo los pagos de corto plazo. Sin embargo, volver a ponernos en un estado de default puede traer más consecuencias adversas que beneficios.