Otra vez la misma película. El tipo de cambio llegó a un nuevo récord histórico, $44,92 por dólar. Con una tasa promedio de las Leliq de 67,75% anual. Los emergentes, mayoritariamente “estornudaron” depreciando sus monedas, pero a nosotros nos dio neumonía. Solo alcanza con ver la variación diaria de nuestro país vs. esos emergentes.
Los problemas que suscitan la suba a ritmo acelarado del dólar también son conocidos y reiterados. En el corto plazo, este aumento del billete estadounidense impacta en los productos de la canasta básica, generando más inflación, más endeudamiento familiar y menos expectativas de bajar la pobreza. A su vez, empuja los subsidios a la Energía que otorga el Tesoro. Estos subsidios no están en dólares, pero se paga en pesos un diferencial entre precio de compra y precio de venta que sí lo está.
Por su parte, el intento por captar pesos y contener el valor del dólar, impiden que las pymes tomen crédito a un interés razonable, y lo propio pasa con los consumidores finales: pagar el mínimo de la tarjeta es acercarse a un abismo. La búsqueda del ancla nominal utilizando la cantidad de dinero, con su respectivo sobrecumplimiento de meta, y su dependencia de la tasa de interés fue insuficiente para contener la demanda de dólares.
Por lo cual quedan la tasa y los futuros como únicos instrumentos para darle estabilidad al mercado cambiario. Necesitamos una economía que tenga una referencia para fijar precios no atada al tipo de cambio. De lo contrario, con este escenario, veremos repetirse la misma película una y otra vez, y no sin riesgos: más incertidumbre, más recesión, más inflación, más estancamiento y más pobreza.